La vitamina E pertenece al grupo de las liposolubles, que por sus características químicas son solubles en grasas. Su consumo es esencial, pero el exceso puede resultar contraproducente porque se almacena en el organismo. Protege las membranas celulares y evita la oxidación de células, proteínas, lípidos y material genético.
La vitamina E se acumula en el tejido adiposo o graso, el hígado y el músculo y, en menor proporción, en los órganos sexuales femeninos y masculinos, y en ciertas células sanguíneas como los glóbulos rojos (eritrocitos) o los blancos (plaquetas).
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