miércoles, 16 de marzo de 2011

Vitamina E, el antioxidante por excelencia

La vitamina E pertenece al grupo de las liposolubles, que por sus características químicas son solubles en grasas. Su consumo es esencial, pero el exceso puede resultar contraproducente porque se almacena en el organismo.  Protege las membranas celulares y evita la oxidación de células, proteínas, lípidos y material genético.
Destaca por su doble función, aparte de ser vitamina es antioxidante. Entre sus funciones, protege de la oxidación a las membranas celulares de todo el organismo, en especial, de las células del sistema nervioso, del sistema cardiovascular, los glóbulos rojos y las células musculares. Por su acción antioxidante, al neutralizar los radicales libres generados durante el proceso de respiración y evitar la oxidación de células, proteínas, lípidos y material genético (ADN, ARN), es importante su papel preventivo en la génesis y desarrollo de enfermedades degenerativas, cardiovasculares o cáncer.

Las investigaciones se basan en la hipótesis de que un aporte adecuado de antioxidantes puede mejorar la capacidad reproductora de la mujer, al contrarrestar el estrés oxidativo de los radicales libres, que sería beneficioso antes del embarazo y durante el mismo.
En el caso de los hombres, un aporte adecuado se asocia a una mayor actividad de los espermatozoides y mejor calidad del semen, si bien los resultados en humanos no son aún concluyentes. Se venden productos con vitamina E como complemento antioxidante para el mantenimiento y el refuerzo de la piel frente a la acción dañina de los rayos uva.

Alimentos en los que se encuentra
Las necesidades diarias de vitamina E en los adultos oscilan de 10 a 12 mg. Esta cantidad se calcula en unas diez cucharadas de aceite de oliva, en dos de aceite de girasol o en dos puñados (50 gramos) de almendras o avellanas. El riesgo de déficit es mayor en niños prematuros o con bajo peso corporal y en quienes sufren  obstrucción en los conductos biliares o fibrosis quística. Cuando hay una mala absorción de grasas, también se origina una carencia de esta vitamina.
Aunque su falta no es común, los casos de avitaminosis se asocian con destrucción de los glóbulos rojos, degeneración muscular, trastornos de la reproducción y trastornos neurológicos debidos a una mala conducción de los impulsos nerviosos. La selección de los siguientes alimentos garantiza el consumo seguro de la vitamina en la cantidad recomendada: aceites de oliva de primera presión en frío, aceite de soja, vegetales de hoja verde y frutos secos, germen de trigo, o su aceite como complemento de la dieta.

Se recomienda el aporte extra de vitamina E para los deportistas, ya que su acción antioxidante minimiza el riesgo de lesiones. En función de los hábitos alimenticios, puede ser preferible como suplemento en personas con mala absorción de grasas y otras alteraciones digestivas asociadas. También puede ser preciso aumentar su consumo entre las personas fumadoras.
El humo del tabaco, una dieta demasiado rica en grasas poliinsaturadas (frutos secos, aceites de semillas o pescado), así como la deficiencia de otras vitaminas, como la C,  incrementan los requerimientos de esta vitamina como fuente antioxidante.
La vitamina E se acumula en el tejido adiposo o graso, el hígado y el músculo y, en menor proporción, en los órganos sexuales femeninos y masculinos, y en ciertas células sanguíneas como los glóbulos rojos (eritrocitos) o los blancos (plaquetas).

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